Resumiendo: en noviembre me unía a una banda de heavy rock, Legend, en la
que, sin saberlo hasta que llegué a su estudio en Sidcup, Kent, tocaba el
bajo un viejo amigo mío: José Manuel Rodríguez, ex componente del trío
vallisoletano Eva Rock. Pronto, monté un grupo propio, para actuar allí, y
luego, en verano, venirnos a tocar a España. Intensísimos ensayos diarios y
tocatas en garitos impensables dejaban poco tiempo libre, que empleaba en ir
a conciertos de Pat Travers Band, UFO, Rush, G-Force, Whitesnake, Black
Sabbath, Judas Priest, Thin Lizzy, Rainbow, Van Halen, Ted Nugent, Wild
Horses, Samsom, Iron Maiden, Girl, Def Leppard, Michael Schenker Group y
Ozzy Osbourne's Blizzard of Oz. También a otros de Q-Tips, The Clash, Adam &
The Ants, Stray Cats, Dave Edmunds, Billy Nelson, Joy Division, The Cure,
Generation X, Killing Joke, Keith Jarrett, B.B. King, Eric Clapton, Santana,
Jeff Beck ...
Nueve meses después, en agosto de 1980, pasados los festivales de Redding y
Donnington, volví a Madrid para mantener una importantísima - para mí -
reunión con el nuevo director de Polygram España, el portugués Carlos Pinto,
en la que le propuse la grabación de un elepé en directo en el club Marquee
de Londres, con mi banda inglesa y un repertorio compuesto por temas de mis
dos elepés, más otros nuevos que acababa de componer: Banzai , y
Reina de la noche, que en inglés se titulaba Easy straight faced
fighter. Pinto no lo vio claro, creyendo que el presupuesto se iría por
las nubes. Yo, poco espabilado, no le clarifiqué que la producción se
ajustaría a las restricciones económicas recientemente implantadas en la
compañía, y cerré la entrevista, y mi contrato, asumiendo que no le
interesaba mi propuesta artística, cuando de lo que le tenía que haber
hablado era de inversiones y beneficios, no de guitarritas y rock.
Ya comenté en el apartado de La Banda del Rock & Ríos cómo cuando estaba a punto
de volverme a Inglaterra entré a tocar con mi admirado Miguel Ríos, cuya banda
dejé al comenzar la gira de 1981 para concentrarme exclusivamente en ese
proyecto iniciado dos años atrás y que ya tenía nombre: Banzai. Ahora, sólo
quedaba componer un repertorio, buscar nuevos compañeros de viaje (porque los de
Inglaterra quién sabe dónde estarían ya), encontrar un mánager que creyera en la
historia y firmar nuevo contrato discográfico. ¡Casi ná ...! Qué inconsciencia
la mía, madre de Dios...