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En 2005 cambias de tercio y vuelves a desenfundar la guitarra...

Sí... después de haber publicado los álbumes Psicópatas Urbanos, en 2007, y Racketeer blues, en 2001, me metí en el estudio de grabación y salí con New Flower Power, un disco prácticamente instrumental, muy ecléctico, en el que la guitarra es protagonista principal. No es de extrañar, con el mono que tenía por tocar...

Su título traza un paralelismo entre las manifestaciones pacifistas que de 1966 a 1970 protestaban contra la guerra de Vietnam y las que hoy en día salen a la calle para decir 'No a la Guerra' o enarbolar el movimiento antiglobalización. El adjetivo new (nuevo) se debe a la utilización de loops, sampleados y programas informáticos actuales, que me ayudaron a perfilar un sonido homogéneo, totalmente conceptual.

Bon Jour !!!, el tema con el que abre el disco, arranca con la voz de Emperador Rosco, el famoso e influyente pinchadiscos estadounidense afincado en París, y enlaza con la voz de Jean Paul Sastre hablando de la paz. Gudi-Gudi lullaby es una canción de cuna que compuse para mi hija Paula, en la que utilizamos una grabación de su voz de cuando era prácticamente un bebé. También se la puede escuchar haciendo coros en otros cortes, como Blow..., en el que utilicé una guitarra flamenca, Nightmares of pleasure y en el propio New Flower Power. Latino motherfucker es una canción que suscitó polémica entre ciertos locutores de radio, pues pensaban que se trataba de una crítica a los emigrantes latinoamericanos que viven en España, sin saber que ese "latino motherfucker" era yo mismo, "arrebatao" por los distritos neoyorquinos del Bronx, Queens y Long Island. En cuanto a "guitarreo" puro y duro, mis favoritas son J.F.K. - dedicada a John Fitzgerald Kennedy -, Driving in Tokio, King Kong 'versus' Microsoft - el eterno debate entre la fuerza bruta y la tecnología - y una obertura de Juan Sebastián Bach, que quedó muy chula. Pero lo más divertido fue incorporar todas estas canciones a mis shows en directo.

Al terminar New Flower Power volviste a encerrarte otros cuatro años para escribir un nuevo libro. No paras...

Verás, me dí cuenta de que muy poca gente sabía qué movimientos musicales y qué músicos existieron antes de la llegada del rock and roll. Mis amigos "más enterados" me hablaban de Billie Holiday, Bessie Smith, Louis Armstrong, Duke Ellington, Benny Goodman y de algún que otro bluesman acústico, del estilo de Robert Johnson, pero en el camino se dejaban docenas de artistas increíbles, que tuvieron una influencia trascendental en la evolución musical del siglo XX y cuyas canciones merecen la pena ser rescatadas, por lo buenas que son. Así que me lie la manta a la cabeza y me encerré a desarrollar la historia, que comienza con la aparición del fonógrafo, en 1877, y culmina con la llegada, en los años cincuenta, de Elvis, Chuck Berry, Little Richard, Gene Vincent y demás pioneros del rock. Entre tanto, analizo los distintos movimientos musicales (ragtime, jazz, blues, swing, bebop, etc.), y  los músicos, productores, arreglistas y discográficas que dieron forma a todo aquel tinglado maravilloso. Naturalmente, tuve que tener muy en cuenta también los hechos históricos que ocurrieron durante ese período, pues influyeron de manera capital en el desarrollo de la música y en el de la misma sociedad.

También, dedico capítulos completos a la música de Broadway y de Hollywood, al teatro musical negro, y a la música en España antes de la llegada del rock. El libro, que llega casi a las 900 páginas, está prácticamente terminado, a falta de unos pequeños retoques. Ha sido un trabajo muy divertido pero a la vez durísimo, teniendo en cuenta que está escrito por un obseso del dato riguroso y de la anécdota jugosa. Si quieres, puedes leer un adelanto aquí: "Younger than yesterday".

Planes de futuro
Banzai 2012. Un saludo, suerte y que Hendrix os bendiga.

Entrevista de Pasku M. Sanz
¿Y qué hiciste?

Me  puse a trabajar con un entusiasmo desbordado, escarbando en mis recuerdos, escuchando vinilos prácticamente inservibles y hojeando revistas musicales de la época. Una vez empapado de todo ese 'deja vu' masivo, preparé un guión, y un orden cronológico para situar debidamente a aquellas bandas hispanas. Digo hispanas, y no españolas (que es lo que me habían pedido en la editorial), porque los primeros que cantaron rock en castellano fueron Los Llopis, que eran cubanos, y Los Teen Tops, que se formaron en México DF en 1957. A continuación, empecé a entrevistarme con los protagonistas, a visitar las ciudades donde todo se había cocinado, y me di cuenta de que el hecho de haber vivido a caballo entre España y Latinoamérica podría facilitar una misión tan complicada. Fue una labor exhaustiva, pues era incapaz de sustraerme a ella incluso un domingo por la tarde, o mientras dormía. Finalmente, dos años y medio después, en octubre de 2002, presentábamos Bienvenido Mr. Rock (Los primeros grupos hispanos 1957-1975) en un acto que para los que estuvimos allí fue inolvidable.

Aquel mismo día, Elsa, mi editora me comentó: “¿Por qué no nos haces la segunda parte?”. Yo le pregunté si sabía lo que me estaba pidiendo, pues, si el escribir el libro que en ese momento estábamos presentando había sido un currazo, no veas lo que suponía el nuevo que me estaba encargando. De este modo, me pasé otros dos años y medio escribiendo, entrevistándome con músicos, managers, productores, fotógrafos, promotores, ingenieros de sonido y periodistas, a razón de 14 horas diarias. El libro, Los hijos del rock (Los grupos hispanos 1975-1990), se presentó en julio de 2005.

Fueron cuatro años, desde enero de 2000 hasta junio de 2004, con la guitarra aparcada; me resultaba imposible tocar ni una nota con tanto escribir y escribir, pero creo que hicimos un gran trabajo, y que mereció la pena.
¿Cómo te planteaste escribir Bienvenido Mr. Rock… y Los hijos del rock , en los que revisas la historia de los grupos hispanos de rock y pop?

En realidad, fue un encargo que me hizo Elsa Punset, hija de Eduard Punset y directora de la editorial de SGAE. Yo le presenté un análisis musical, histórico y social que abarcaba desde el comienzo del rock en los EEUU  hasta el Festival de Woodstock. Le dejé el manuscrito, y unas semanas después me llamó diciéndome que le parecía muy interesante, y que me pasase por su despacho. Una vez allí, cuando yo creía que íbamos a firmar el contrato, ella me dijo: “¿Por qué no me haces esto mismo pero con grupos españoles?”. En fin, me estaba pidiendo otra historia, sobre la cual, además, había escasísima información escrita; pero me tomé la cuestión como algo muy personal. Se trataba de establecer nuestra cronología musical, y yo, como profesional de la guitarra de rock desde 1970, no podía permanecer ajeno a tan maravilloso reto, especialmente cuando veía en los escasos escritos que trataban sobre el tema que los nombres de compañeros de otros grupos se omitían o estaban equivocados; que no figuraba su discografía, o que ésta venía mal detallada o incompleta. ¡Vaya marronazo!
¿De dónde surgió la idea de escribir libros y métodos didácticos para guitarristas?

Todo empezó un día que yo estaba practicando con mi guitarra en la habitación de un hotel en Dallas, rodeado de un montón de partituras y papeles con anotaciones escritas. De repente entró nuestro manager, para advertirnos que en cinco minutos salíamos rumbo a nuestra actuación, y entre admirado y sorprendido me aconsejó: "¿Porqué no escribes un libro con toda esa información que llevas siempre a cuestas?. Así no andarías con tanto equipaje."

Su consejo se quedó rondando en mi cabeza y al año siguiente en un apartamento en Buenos Aires terminé de perfilar aquel trabajoso proyecto. Más tarde, en Madrid, le presenté el libro ya escrito a una editorial que en principio no mostró mucho interés por la idea. Finalmente, tras un largo compás de espera, sacaron a la venta aquel primer libro mío, En la jungla de las seis cuerdas (1990), del que, en una semana, y exclusivamente a través del catálogo de Discoplay, se agotaron cuatro o cinco ediciones de una sola tacada. El libro tuvo un éxito instantáneo y el editor quedó gratamente sorprendido. Yo no tanto, pues sabía que no existían métodos en castellano que facilitaran el aprendizaje de la guitarra de Rock, y que en España y Latinoamérica había miles y miles de aficionados/as interesados en ello. En los EEUU había visto niños de doce años analizando partituras de Eddie Van Halen, Randy Rhoads, Yngwie Malmsteen, Steve Vai y otros guitarristas favoritos suyos, pero en España no había ninguna información al respecto. Había que hacer algo. ¿No te parece?
¿Qué equipo sueles utilizar en estudio y en directo?

El mismo de siempre: amplificadores Marshall de 50 watios y una Fender Stratocaster. En ocasiones uso una Gibson SG-Les Paul, y para echar mano del “slide” o “bottleneck”, una Gibson SG. Junior de 1964. También utilizo guitarras acústicas de 6 y 12 cuerdas porque dan un enfoque muy particular a los temas que escribo, aunque..., claro, no siempre se puede, sobre todo si el tema no se presta a sutilezas acústicas. Además, pienso que siempre debe haber sitio para experimentar nuevas sonoridades. Cada día es más difícil, puesto que en el rock se han experimentado mil y una vías distintas, pero hay que seguir intentándolo.

¿Qué músicos y que grupos te han influido?

Miles...

Dime, ¿cuáles son los cinco discos de tu vida?

1) Revolver (1966) - The Beatles -
2) Pet Sounds (1966) - The Beach Boys -
3) Electric Ladyland (1968) - The Jimi Hendrix Experience -
4) Wheels of Fire (1968) - Cream -
5) Truth (1968) - The Jeff Beck Group -

¿Por qué esta elección? 

No hacen falta palabras. Sólo oídos.
Está claro que trato de echar una mano siempre que puedo, aunque subrayo: siempre que puedo, porque la mía es una lucha día a día y cuerpo a cuerpo y no siempre dispongo del tiempo o los medios necesarios, aunque pienso que con mis métodos didácticos de guitarra ya estoy colaborando de manera activa. Creo que un grupo de rock debe hacerse a sí mismo y no depender de factores externos ajenos a su calidad y conexión con el público.

Todo esto requiere muchas horas de práctica, ensayo y actuaciones en sitios miserables hasta que aparezca tu oportunidad en forma de contrato discográfico. A partir de entonces hay que seguir haciendo lo mismo, si no quieres que la tuya sea una efímera carrera. Pienso sinceramente que la credibilidad de un artista es un factor vital.

Por otro lado, durante los 60s y 70s la camaradería entre grupos fue muy fuerte, ya que eran muy pocos los músicos que se dedicaban a esto y entre nosotros nos veíamos como una partida de locos incrustados en un tipo de sociedad que ni vivía ni pensaba como nosotros. Hacia finales de los 70, salvo gloriosas excepciones, el tinglado cambió radicalmente, y para mal. El disparate alcanzó tales extremos que había grupos que se negaban a compartir escenario con otros compañeros, viéndose obligado el promotor del concierto a montar dos escenarios, dos equipos de sonido y dos sistemas de luminotecnia, con el consiguiente perjuicio económico. Ése, pienso yo, fue uno de los factores que determinaron la prematura decadencia del boom español del Heavy Metal, que sospecho es a lo que tú te refieres con tu pregunta. Con esto no descubro nada nuevo.

Ahora, y desde hace ya algunos años, los grupos con los que coincido en conciertos me hablan con cariño y respeto. Muchos de ellos han aprendido con mis métodos, o de chavales me vieron tocar, les gustó mi rollo y se compraron mis discos, por lo que mi opinión sobre cómo funciona la camaradería entre los grupos en la actualidad es bastante particular y subjetiva.
¿Qué gira recuerdas como la más completa de tu carrera?

La respuesta puede ser similar a la anterior, aunque para no pecar de borde podría decir que las que hice con Tarzen por USA y Latinoamérica, que fueron varias entre 1986 y 1990. No obstante, siempre pienso que la mejor gira de mi vida es la próxima que voy a emprender.

¿Cómo fue, y como es, el panorama musical dentro del rock de este país? ¿Los músicos os echáis una mano entre vosotros? Me refiero al boom del Heavy en los 80.

En algunos países, y especialmente en el nuestro, existe la creencia generalizada de que para despuntar en algo no es necesario tener talento, ser buen profesional ni ofertar música de mayor calidad que la del resto, sino tener un buen padrino y cargarte a tus "oponentes" de la manera más rápida y eficaz posible. Desgraciadamente, ése es el concepto de competitividad que existe, no sólo en la música sino en muchas otras actividades profesionales Naturalmente, yo busco que todo eso no me afecte. Ya estoy debidamente inmunizado: he transitado y sobrevivido a lo mejor y lo peor de este maravilloso tinglado.
Salva, ¿cómo fuiste a parar al mundo de la música?

De chaval comencé a interesarme por los grupos californianos de Surf instrumental: Dick Dale & The Del-Tones, The Surfaris, The Challengers y The Chantays, todos equipados con guitarras, amplificadores y unidades de reverb diseñadas por Leo Fender, que tenía su taller en Fullerton, un pueblito en los suburbios de Los Ángeles. El sonido de guitarra en temas como Misirlou, Wipe out y Pipeline me volvía loco. Acto seguido aparecieron los Beatles, con toda la conmoción que ese fenómeno de la beatlemanía trajo consigo, y enseguida escuchamos a los Rolling Stones quienes nos descubrieron el Blues y el R&B.

En cuanto oí a los Yardbirds con Eric Clapton - y luego con Jeff Beck y Jimmy Page -, me di cuenta de las inmensas posibilidades del instrumento y, ya en 1966, a los 13 años, formé mi primer grupo con un compañero de clase y dos vecinos, bautizándonos como The Horsebreakers, en clara alusión a los Bluesbreakers de John Mayall. Mi padre me acababa de comprar una guitarra Silvertone y mi madre un ampli de 20 watios. Se ve que aquel año saqué buenas notas en los exámenes. No debía ser mal estudiante, porque al año siguiente logré que me regalaran mi primera guitarra eléctrica: una Hagstrom Viking, sueca, o quizá es que di el coñazo bien dado, que es lo más probable.

En aquel grupo escolar hacíamos temas de grupos británicos de R&B, como The Kinks, The Rolling Stones, The Animals, Yardbirds, Pretty Things, Manfred Mann, Them; de bandas de `garage´ norteamericanas (The Seeds, The Standells, The Sonics, ? & The Mysterians, Count Five, Shadows Of Knight, The McCoys, The Syndicate Of Sound, Electric Prunes, Blues Magoos, The Music Machine y The Outsiders). También estábamos puestos en cuanto al naciente folk-rock electrificado, que ofrecían exponentes de tanto talento como The Byrds y The Lovin' Spoonful. Tocábamos como el culo, pero lo pasábamos en grande y la fascinación por el rock iba poco a poco germinando en nuestros pequeños cuerpos. El hecho de que pudiésemos ver tocar en vivo a grupos locales (como Los Impala, Los Dangers, Los Holydays, Los Claners, etc.), hacía aún más emocionante y divertido nuestro aprendizaje.

Vivíamos en Caracas, Venezuela, pero como por entonces, y no como en años posteriores, la economía del país era francamente boyante, todos los veranos - y algunas fiestas navideñas - cogíamos un barco y nos íbamos “de crucero” a Miami, donde nos empapábamos de las nuevas tendencias musicales que allí empezaban a desarrollarse, aparte de comprar ropa y elepés de nuestros grupos favoritos. Luego, durante 1967, estuve viviendo un tiempo en Coral Gables, una zona cercana a Miami, y aunque sólo tenía 14 años pude disfrutar a tope del llamado Verano del Amor. Todo ese rollo de los hippies - practicar el amor libre e inflarse de drogas - me parecía una utopía inalcanzable para un crío de mi edad, aunque afortunadamente pude extraer mis propias conclusiones tras ver en directo a The Yardbirds, The Doors, Young Rascals, Blues Image y Vanilla Fudge. El camino a seguir había quedado más que clarificado.

En 1968 regresé definitivamente a España con mis padres, y empecé a tocar de un modo mucho más profesional, aunque, claro, el choque frontal con la mentalidad musical y social de mi país fue un tanto frustrante. No obstante, también pude extraer conclusiones positivas: estaba a tiro de piedra de Londres, que en aquellos momentos todavía era la capital del Rock, aunque le quedaban pocos años de reinado.

En las Navidades de 1970 entré a tocar con Cerebrum, uno de los primeros grupos “progresivos” españoles. Luego formé Blue Bar, un power-trío muy apreciado en la movida underground de entonces, y a comienzos de 1972 ingresé en Los Canarios de Teddy Bautista que era el grupo español que más me gustaba, con diferencia. De esta manera empezaba mi carrera profesional. La verdad... tuve bastante suerte.

¿Qué formación en la que has estado ha dejado más huella en tu carrera?

Es algo imposible de contestar. En todas las que he estado siempre he intentado aprender y pasármelo bien, buscando ofrecer al público lo mejor de mí mismo. Al fin y al cabo yo elegí esta profesión y nunca he buscado tocar con nadie por intereses meramente comerciales o económicos. Creo que hay que hacer lo que a uno más le gusta y para lo que uno está capacitado. El dinero derivado de ello es una especie de recompensa por tu esfuerzo. Así al menos me lo tomo yo. Pienso en la música como un arte y como un medio con el que intentar escapar del Sistema. Lógicamente, esta libertad artística conlleva grandes sacrificios; hay que pagar un alto precio por ella, por supuesto...
Banzai
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